Colaboraciones

Colaboraciones

¿HASTA DÓNDE LLEGA EL GESTO?

La versión japonesa de El burlador de Sevilla, a cargo de KSEC ACT. La historia del hombre que busca cuerpos de mujer y rehúye sus almas, da para muchos argumentos y puestas en escena. Algunas, con un Don Juan de ojos rasgados. Con estos presupuestos, Kei Jinjugi dirige este montaje sobrecogedor, en el que lo conocido es perfectamente compatible con el asombro. No es paradoja. Es KSEC-ACT. El original juego escénico del teatro oriental nos presenta la desfachatez de don Juan a través de una intensidad dramática que reside más en el gesto que en el desafío a los muertos o el engaño a las mujeres.  Bocas torcidas, manos crispadas con metatarsos propios del rigor mortis, músculos en tensión durante una hora y diecisiete minutos, voces extraídas desde el abismo de la laringe, ojos en el límite de sus órbitas. Y, sobre todo, la didascalia básica del teatro oriental: cada actor o actriz no interpreta un personaje, sino la obra entera. Cada hombre o mujer en escena experimenta la pieza completa, a veces con su palabra o movimiento. Esto se manifiesta, esencialmente, en que casi nunca se miran entre sí. Los actores no intercambian miradas. Cada uno y cada una ejecuta su movimiento y su palabra como si estuviera solo o sola en la sala, como si el resto de personajes y el público fuéramos parte también de la escenografía minimalista y simbólica. ¿Hasta dónde llega el poder del gesto? Creo que muy lejos: hasta allí donde el espectador ya no puede experimentar con más intensidad su propia emoción. PACO MARTÍNEZ NAVARRO.

Colaboraciones

EL GRAN MUNDO DEL TEATRO

La nueva propuesta de la Compañía Nacional de El gran teatro del mundo en la temporada 2024-25.  El texto es tan grande que puede aplastar a cualquier actor o actriz. Hay que entenderlo. Y, además, acreedor de una escenografía que ha de contener más símbolos que artificios ingeniosos. Precisamente esto parece ser lo más cuidado en la dirección de Lluis Homar: poca máquina y mucho juego de luz, sombra y color que hace sentirse al espectador en un mundo asimilable, venga de donde venga el usuario de la butaca.  El vestuario ha de integrarse con la desnudez. Lo exige el guion. Y el Sumo Hacedor también. Ropa del siglo de Oro y del Siglo XX conviven con más armonía que el rey con el labrador y la hermosura. Mención especial para Dios/Autor: chaqueta y falda,  bigote y tacones, ente andrógino, Madre y Padre, showman con chistera y bastón, propios de director de circo. Y un árbol a la espalda, muy a tono con los colores de su bisexual y bicolor atuendo: verde y azul, el mundo y el cielo unidos en un mismo Ser Supremo. Un trabajo atractivo y entretenido, que pone en pie un Auto más Universal que Sacramental, pero que adolece de fuerza, pasión, en el cuerpo actoral. Poca proteína para representar la Creación. Los actores y actrices no convencen, solo vencen. Aun así, el gran mundo del teatro es inmortal porque, entre otras cosas, nos pone delante a Dios, sin filtros, con naturalidad, como un personaje más, con un respeto que linda con la familiaridad orgullosa y desvergonzada. Como un cuñado sabihondo -o nuera sabihonda- a la que no hay manera de pillar en un desliz. La magia fluye en la presunta lección teológica y moral, como en las más abstrusas comedias de capa y espada. Cosas de los Grandes Teatros y los Grandes Mundos. Paco Martínez 2024.    

Colaboraciones

Lope y «Teatro a Canone» en Almagro

Lo fingido verdadero, una alegría para el espectador Sabido es que el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro pretende ofrecer año a año lo mejor del panorama profesional que hay sobre el teatro de los siglos XVI y XVII. Y una de sus secciones más interesantes, a mi juicio, es la abierta por la anterior directora, Natalia Menéndez, que el equipo del festival, con Ignacio García a la cabeza, ha mantenido con todo acierto. Se trata de la sección “Almagro off”, que presta su atención a nuevos modos de poner en escena a nuestros clásicos, y que, por tanto, abre la puerta a jóvenes profesionales directoras y directores, actores y actrices que sienten amor supremo por nuestros autores áureos, pero que les bulle en la sangre una renovación de cómo estos deben ser leídos, interpretados y llevados al escenario para trasmitir el mensaje que los espectadores de hoy debemos recibir como personas del siglo XXI en el que estamos. Con frecuencia son representaciones que traen aire fresco, vigor impetuoso, sangre nueva acompañada, eso sí, del rigor, el estudio y el trabajo que toda empresa teatral requiere. Los primeros pasos profesionales de los que quieren dedicarse, con o sin exclusividad, al teatro clásico son difíciles y llenos de obstáculos, y esta sección off del festival de Almagro es una plataforma magnífica para estos jóvenes y, desde luego, para muchos de los espectadores que llenamos los espacios del festival. La sección off de este año nos ha traído una sorpresa y una alegría. Para los que amamos y admiramos el teatro clásico es un gozo ver cómo en una misma edición conviven varias puestas en escena de un mismo texto, algo casi imposible de tener en la programación de un teatro comercial e incluso institucional a lo largo de una misma temporada. Es algo frecuente en los festivales, aunque quizá no con tanta reiteración como en Almagro, quizá por el gran número de espectáculos que se programan. Por ejemplo, este año hemos podido asistir a dos muy distintas versiones de La vida es sueño, una dirigida por Mariano de Paco, con la compañía “Teatro Círculo” de EE.UU. y otra de la compañía chilena “Teatro de La Calderona” dirigida por Macarena Baeza. La riqueza que estas experiencias ofrecen al espectador es mucha, ya que comprueba las distintas lecturas, las muy variadas opciones y las muy distintas realizaciones que cada director hace con grupos de actores y actrices tan distintos también a la vez. Toda una experiencia que, hace años, se llevó al extremo, y con cierto riesgo, en las “Jornadas de Teatro del Siglo de Oro” de Almería, cuando en una misma función se representaron tres versiones de la Mojiganga de la muerte, de Calderón de la Barca, montada por el TEU de Sevilla, la ESAD de Murcia y la RESAD de Madrid, probablemente uno de los momentos más brillantes y recordables de este festival hoy casi extinto. Y en este aspecto, la edición del festival de Almagro de este año nos ha ofrecido otra agradable sorpresa: poder ver Lo fingido verdadero, de Lope de Vega, en dos versiones radicalmente distintas y puede que hasta opuestas en bastantes aspectos. Pero vayamos por partes. Con motivo o sin él, Lo fingido verdadero, no es desde luego una obra frecuente en los repertorios de las compañías actuales. Las razones podrían ser muy distintas, pero, lanzándome a la piscina, probablemente sea una obra de discutible interés para el público de hoy por muchas y muy distintas razones. Felipe Pedraza, gran especialista de Lope, la tiene en gran estima, entre otras cosas, por ver en ella la presencia de técnicas tan modernas como las utilizadas después por Pirandello o Stanislavski. David Castillejo también la valora mucho, llegándola a bautizar como “la obra cumbre, el Hamlet de Lope”1 y, con un sorprendente olfato teatral no siempre presente en juicios más académicos, advierte que “en Alba [de Tormes] compone comedias basadas en la Roma antigua quizá estimulado por la commedia dell’arte”2 (el subrayado es mío). Es decir, Castillejo ya observa que, por los muy distintos perfiles de esta obra, es difícil su representación sin recurrir a dos distintas técnicas: una, realista, para todo lo relacionado con el protagonismo de Diocleciano, y otra, más en tono de farsa, en lo que afecta a los procesos interiores del cómico converso. Quizá por eso, la referencia a la posible influencia lopesca de la commedia dell’arte. En alta estima también la tiene Victor Dixon, que recoge las veneraciones de Castillejo. Pero matiza, “yo no diría tanto; ¿cómo no dar la palma a El castigo sin venganza, una de las mejores tragedias de todos los tiempos?”3 Sin embargo es verdad que Dixon la aprecia mucho, porque inmediatamente afirma que le parece “la más teatral de todas, al mismo tiempo, muy barroca y muy moderna”. Cierto es que este testimonio de Dixon es para tenerlo muy en cuenta dada su doble faceta de académico y hombre de escenario; no obstante, diría yo que eso de la modernidad de esta obra habría que matizarlo mucho para ser aceptado sin más. Porque, en medio de todas estas loas, lo evidente es que Lo fingido… es hoy una obra ausente en nuestros escenarios, ignorada por las compañías actuales, sean de las características que sean, y esto es un dato que no debemos olvidar cuando continuamente estamos perorando sobre la tremenda vigencia que hoy tiene el teatro del Siglo de Oro. ¿Cómo justificar entonces que José Luis Alonso, que Miguel Narros, que Manuel Canseco, que José Luis Gómez, que Alberto González Vergel, que Ignacio García, que “Zampanó Teatro”, que “Morboria”, que “Teatro Corsario” no hayan tenido nunca la tentación de montar esta obra y/o no haya llegado hasta ellos sus “maravillosas” cualidades? Como dice Victor Dixon, puede que “no sea para tanto”, y, aun siendo una obra de interés, haya razones justificadas para su hasta ahora inexistencia en nuestros escenarios. Aunque probablemente estas razones sean más por cuestiones sociales que puramente teatrales. El montaje hoy de Lo

Colaboraciones

¿A QUIÉN LE IMPORTA LO QUE YO HAGA?

(Algunos comentarios a partir de Me trataste con olvido, -Clásicas en rebeldía-) Desde Almagro 2023, pasando por las Jornadas de Almería del 2024, lleva un año de bolos y continuará en 2025. Sí, es verdad, no son los únicos, desde hace algún tiempo las compañías le han hincado el diente a las autoras marginadas del Siglo de Oro y no paran. Pero lo que ha hecho La Otra Arcadia es distinto: ha organizado conocidos y no conocidos textos de María de Zayas, Sor Juana Inés, Luisa de Carvajal, Ana Caro de Maillén y otras, para hacer poesía. Claro, qué otra cosa, si no. Pero poesía verbal, poesía escenográfica y poesía coreográfica. A la vez. No era fácil. La dirección de Ana Contreras imbrica la palabra de Natalia Millán y María Besant (versionada por Raúl Losánez) con el juego corporal del bailarín Ricardo Santana. Alguien empolvado en los corsés académicos del siglo pasado (o del otro anterior) se preguntará: “Pero ¿qué hace ese señor bailoteando con las actrices que recitan los sublimes versos aúreos…?” Pues lo hace todo, compañeros y compañeras: muestra con su cuerpo el devenir emocional de las mujeres que padecen. Y que recitan. Con la danza seduce, maltrata, abandona, disfruta, hace disfrutar y hace sufrir a las mujeres que se encuentra por esos escenarios de Dios… ¿Se podía mejorar la proxemia (ubicación física y movimiento)? Puede. ¿Hace falta mayor expresividad a la voz que nos trae el lamento de aquellas mujeres? Es posible. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de que la conjunción danza, palabra y música (de Miguel Huertas) es un espectáculo total. El siglo XXI también tiene cánones. ¿A quién le importa lo que otros piensen?

Colaboraciones

Y llegaron los 40

Por esa razón solo queda mirar al presente y al futuro. Hemos tenido ocasión en los últimos días de asistir a la dramatización de textos escritos por mujeres del S. XVII, a cargo de la compañía La otra Arcadia. Los titiriteros de Binéfar han llenado algunas de nuestras calles con la picardía elegante y el arte ingenioso de aquellos tiempos de miriñaques y máscaras. ¿Un criado arreglando los desaguisados de sus amos, recibiendo palos y dando mas él mismo…? ¡Si…! ¡Es Fernando Aguado, de la compañía Morboria…! Quiero decir Scapin, el personaje de Molière… Y qué decir de la voz y de la sublime presencia de Alberto San Juan, recitando los conocidos poemas de los mejores poetas y poetisas del Siglo de Oro, presentes en todas las antologías… Para esto los organizadores de las Jornadas han trabajado y sentido en las últimos cuarenta años de Jornadas: para que HOY actores, directores, escenógrafos, iluminadores y público sigamos llevando a cabo la verdadera revolución del S. XXI, que es mirarnos a la cara, hablarnos, cantarnos y transmitirnos emociones e historias… a través del aire, sin más soporte que la comunicación verbal y visual. Se llama Teatro. Si Dios y las Musas quieren, lo trabajado en los últimos meses será la base en la que se asienten las XLI Jornadas del año 2025. La rueda sigue girando. El encuentro entre público y actores, con cuarta pared o sin ella, no va a parar. Se llama Humanidad. Contacto. Somos animales de compañía. (De las de teatro y de la otra, de la de hacer cosas en común). Sin huellas no hay futuro. Si no tenemos en cuenta la historia, pocos días felices nos aguardan. Aprender es observar lo terminado para no errar demasiado en lo que queda por hacer. Es legítimo y necesario en este cumpleaños de números tan redondos, hacerse eco de lo apuntado por Antonio Serrano, fundador de las Jornadas, en una reciente entrevista: Supimos que luchábamos contra el tiempo y aceptamos el reto. Y creo que vencimos, porque hoy se nos llena la mente de recuerdos inolvidables: de seres sabios que llegaron a nuestra llamada sin reserva ni condicionantes, de artistas fundamentales que trajeron su grandeza y humildad por bandera, de jóvenes ansiosos de conocer, de adultos deseosos de compartir. Y esos días todo se transformaba en una fiesta triunfante de sensibilidad y humor, de trabajo y ocio, de respeto y camaradería, de placer y obligación. Pretendimos, y lo logramos, hacer compatibles las cañas y las tapas con los versos de Calderón, de Lope, de Tirso o de Teresa de Jesús. Hablábamos el mismo idioma: la sed de arte, de cultura y de vida. Ahora toca leer los textos de los clásicos, adaptarlos, contactar con los colectivos dramáticos y académicos… Organizar las siguientes Jornadas, en suma. Llegaron los cuarenta: es solo el comienzo.

Colaboraciones

El comienzo profesional

La primera obra de un profesional que trajimos a las Jornadas fue en el año 1985, en la segunda edición que se realizó, y se trataba de Héctor Clotet, un argentino al que habíamos visto en el Festival de Almagro el año anterior. El espectáculo se llamaba Juglarías en el que Héctor, ataviado de juglar, recitaba o cantaba una serie de textos y canciones especialmente del Siglo de Oro, pero también de nuestra literatura medieval: Berceo, por ejemplo, y algún romance.pesetas El espectáculo era de una sencillez absoluta: él solo, sin instrumento alguno, acompañado por una banda sonora grabada (estamos en 1985) moviéndose por el escenario y bajando al público con una bolsita pidiendo óbolos y limosnas para comer. Pero la voz dulce, el recitar melodioso, la humildad del actor, la desnudez de la puesta en escena y el tino en la selección de los textos construyeron un espectáculo tierno y lleno de emoción. Se hicieron tres funciones: Almería (Salón de Actos de la Antigua Escuela de Magisterio), Universidad Laboral y El Ejido. Una anécdota que recuerdo, en la función de Almería bastantes espectadoresintrodujeron pesetas en la bolsa del humilde juglar, pero ¡ay! Alguna ¿espectadora? metió un papelito con su número de teléfono. Para celebrar los 25 años de las Jornadas, Héctor volvió con su juglarías Estaba delicado de salud. Tenía el corazón débil. No lo pudo resistir. Murió a los pocos años de su vuelta. Nuestro recuerdo más tierno y amoroso para él.

Scroll al inicio