OTRA SORPRESA EN ALMAGRO: CABO DAS TORMENTAS
Acertó plenamente Natalia Menéndez cuando en el año 2011 tuvo la felizidea de incluir en la programación del trigésimo cuarto Festival Internacional deTeatro Clásico de Almagro una nueva sección que ella denominó “Almagro OFF” y que presentó como “la apuesta por el germen, por el futuro del teatro con un certamen cuyo latido sea innegable indicador de que la creación está en auge”. En las páginas interiores de aquel programa general ya precisaba más cosas respecto al certamen: El primer Certamen Internacional Almagro OFF forma parte del Proyecto Almagro OFF, que nace de la necesidad de que una parte de la profesión,la más joven, tenga una plataforma para poder mostrar sus espectáculos relacionados con el teatro clásico. El fin del Certamen es el de propiciar y favorecer la creación contemporánea, nuevos lenguajes y propuestas innovadoras de la dirección escénica de obras teatrales dramáticas sobre el Barroco [Menéndez, 57]. Y nos da unos cuantos detalles del funcionamiento y de las propuestas llegadas a la dirección del festival ese mismo año: En total 62 propuestas llegadas desde 12 países, incluyendo España, se han presentado al primer Certamen Internacional Almagro OFF: Colombia, Argentina, México y Chile constituyen la participación latinoamericana. Entre los europeos, Reino Unido, Italia, Portugal,Alemania y Holanda. Líbano es el representante del Medio Oriente en el Certamen. EEUU también ha participado con uno de sus proyectos. De todos ellos se han elegido 10 proyectos de 6 países además de España. Las10 obras que se representarán en el sugerente marco de “La Veleta” han sido seleccionadas por el comité formado por cinco sobresalientes mujeres de teatro. [Menéndez, 57]. Las “sobresalientes mujeres” a las que hacía referencia eran Carmen Losa, Ana Zamora, Yolanda Pallín, Laila Ripoll e Itziar Pascual, como se ve, un comité elector de verdadero rango. Sorprende el elevado número de compañías seleccionadas, diez en total, y la procedencia de ellas: 4 españolas, 1 del Reino Unido, 1 de Líbano, 1 de Argentina, 1 de Colombia, 1 de Portugal y 1 de un proyecto mixto de España y EEUU. El proyecto constituyó un verdadero éxito, y si acertada fue la idea de Natalia Menéndez, acertadísima fue la actitud continuista que tuvieron los dos directores que la sucedieron, Ignacio García y la actual directora, Irene Pardo, que, lejos de las habituales actitudes de renegar de todo lo hecho por el antecesor para imponer su sello personal, han mantenido, cuidado y mimado la sección, siendo todavía hoy el “Almagro OFF” una isla de frescura e innovación que tiene un atractivo muy especial dentro de la programación general del Festival para cualquier espectador. Porque el OFF de Almagro no está solo dedicado a puestas en escena novedosas o arriesgadas, sino para compañías que proponen otros puntos de vista sobre el teatro [barroco], o para las que, trabajando sobre teatro clásico, la arquitectura raquítica y mediocre de nuestra estructura comercial teatral, les impiden acceder con facilidad a las salas privadas y públicas del país. Disminución alarmante de presupuestos dedicados al teatro en muchos entes públicos; programadores perezosos y sin formación suficiente; empresarios sin capacidad de maniobra económica o sin vocación artística, o público desculturizado conforman una compleja red que obstaculiza, a veces definitivamente, las posibilidades de que compañías jóvenes, ambiciosas y con solvencia y buen trabajo, puedan acceder en condiciones dignas a las salas públicas o privadas para mostrar sus producciones. Y ahí, a esa hornacina profesional es a donde pretendió llegar la sección OFF del Festival de Almagro, que tanto aire fresco aportó desde sus inicios. A nivel personal, recuerdo con placer una admirable y novedosa Numancia ambientada en la huelga general de Asturias de 1934, o un Lo fingido verdadero, de Lope de Vega, escenificada por la compañía italiana “Teatro a Canone” con regusto de Commedia dell’Arte, obras ambas que a uno le llenan de esperanza sobre lo que le espera al teatro clásico español en los años venideros. En esta sección alternativa del Festival de Almagro y en su edición del año 2025, la compañía portuguesa afincada en Faro “Janela Aberta Teatro” ha puesto en escena su obra Cabo das Tormentas, una actualización de la figura de Luis de Camôes en sus múltiples facetas típicamente renacentistas de poeta cortesano y existencial, guerrero, explorador, navegante, aventurero y, sobre todo, autor de Os Lusiadas la magna epopeya portuguesa por excelencia, “poema épico en el que confluye la imitación rigurosa de los modelos antiguos con la original renovación de cantar hechos históricos contemporáneos” [Extremera/Sabio, 2025: 11]. Cabo das Tormentas contiene lógicamente fragmentos de Os Lusiadas y otros poemas de Camôes, más las aportaciones de la Compañía bajo la dirección y dramaturgia de Diana Bernedo y Miguel Martins Pessoa. La compañía actuó el día 25 de julio en el Teatro Municipal de Almagro a las 8 de la tarde. Y bien hubiera merecido unas 5 de la tarde taurinas y mágicas como Lorca insistió en su poema inolvidable; porque el éxito fue total: ganaron el premio del jurado, y por ello repitieron función días después ante un público ya expectante que llenó el teatro y que aplaudió al final con el fervor que suele aparecer cuando está entregado ante un espectáculo de calidad excepcional. Aunque la capacidad milagrosa de las noches de Almagro es infinita, quizá falta en el Festival unos coloquios entre el público y las compañías para que conociéramos más y mejor los métodos y circunstancias de trabajo de algunas compañías, porque, como en este caso, saber de ellas, escuchar a sus actrices y actores, comentar detalles con todos sus miembros ayuda a conocer y a enriquecerse, a intercambiar ideas y a evaluar mejor todo el esfuerzo y toda la genialidad que hay detrás de espectáculos como este. No obstante, el texto sobre la obra y la compañía que aparece en el programa del Festival era esclarecedor y completo. Es cierto. Pero vayamos a la función en sí y a lo que a mí me pareció ver en ella. La obra es de una desnudez escenográfica absoluta, y muy lejos de desorientar al espectador, le ayuda para que nada






